Author Archives: mkilani

“El cisne” por Rubén Darío

El movimiento modernista es un poco diferente del modernismo que me imaginaba. Después de leer el paquete, entendí que el modernismo es más parecido al movimiento estético que asociamos con Oscar Wilde y sus ideas del “arte por el arte”. En este sentido, la poesía modernista es una mezcla de la poesía romántica y surrealista que se centra en el simbolismo. Uno de los poetas modernistas más famosos es Rubén Darío. En su poema alejandrino “El cisne”, Darío utilizó al símbolo del cisne para representar un cambio positivo del surgimiento del arte nuevo proporcionado por el modernismo.

En el tercer verso de la primera estrofa, Darío escribió la palabra “Cisne wagneriano”. En la clase de hoy aprendimos que esto alude a la ópera Lohengrin del compositor alemán Richard Wagner, que asoció los cisnes con la muerte. A diferencia de Wagner, Darío había cambiado las tornas y incluyó la imagen del cisne para representar el renacimiento y la vida. En su opinión, una nueva poesía que cambiaría el mundo estaba a punto de nacer de las alas del cisne: “bajo tus blancas alas la nueva Poesía / concibe en una gloria de luz y de harmonía / la Helena eterna y pura que encarna” (v. 12-14). Aquí, Darío proclamó la llegada de una nueva era de “Poesía”, indicada por la letra ‘p’ mayúscula, que es más fuerte y pura que la de épocas precedentes.

Me encanta este poema y animo a todos a leerlo de nuevo. Hay una manera distinta de que Darío usa el lenguaje, y es tan significativo como bello. Dicho esto, ¿alguien sabe el significado de las otras referencias mitologías como la de Thor y Argantir?

Características románticas de Martín Fierro

Creo que una de las características más románticas de Martín Fierro es que se distingue de la sociedad conformista. El hecho de que Fierro cante su narrativa acentúa la estética de la experiencia humana. Antes de unirse al ejército, él vivió en las Pampas, donde cantó su canción y amó a su familia. Nosotros lectores podemos ver en esto que Fierro es parte de la tierra, dispuesto a vivir una vida que funciona por lo que él valora. Es decir, no busca convertirse en algo que no es. Fierro también reflexiona sobre su vida en un estilo que recuerda a la poesía épica. Ve la vida del gaucho como difícil pero libre y revela el machismo asociado con su identidad: “Yo soy toro en mi rodeo / y torazo en rodeo ajeno, / siempre me tuve por güeno / y si me quieren probar, / salgan otros a cantar / y veremos quién es menos” (v. 61-66). Para Fierro, el gaucho es un hombre que puede cuidarse en el duro entorno del campo argentino. Según él, “ni la víbora me pica / ni quema mi frente el sol” (v. 83-84). Fierro también utiliza sus propias luchas de vida para comparar sus acciones con las del gobierno. Nos cuenta cómo se vio obligado a luchar contra los indígenas y dejar atrás a sus hijos, esposa y estancia. Tristemente, el gobierno nunca le agradeció por su servicio: “y andaba de un lao al otro / sin tener ni qué pitar” (v. 1142-1143). Estos versos podrían ser una sutil propaganda antigubernamental de José Hernández, quien criticó al gobierno por aprovecharse de los gauchos honestos y trabajadores.

José Zorilla: un escritor romántico prototípico

En Don Juan Tenorio, otros hombres envidian a don Juan y desean ser como él para vencerlo en su propio juego. En este sentido, José Zorrilla es un escritor romántico prototípico. La tendencia de la literatura del siglo XIX es exaltar a los personajes que son rebeldes individualistas y que desafían las normas de la sociedad y las leyes del hombre y de Dios. En las versiones anteriores al siglo XIX (como la de Tirso de Molina), esta visión de don Juan puede haberse expresado, pero no explícitamente, en parte debido a la censura y en parte porque los propios escritores no habían adoptado todavía la mentalidad desafiante y anti-religiosa que caracterizaría más tarde el período romántico.

A lo largo de la historia, don Juan parece abrumado por la pureza y la belleza de doña Inés. Es como si su naturaleza diabólica previamente ahora tiene el potencial de convertirse en algo angélico. Esto, sin embargo, precipita la tragedia: la capacidad de don Juan de amar genuinamente a una mujer resulta, irónicamente, en su destrucción. Don Luis quiere venganza por haber seducido a Ana, prometida de Luis, y don Gonzalo no cree, como se esperaba, que don Juan tiene intenciones “honorables” hacia su hija Inés. Don Juan, entonces, se ve obligado a matar tanto a Gonzalo como a Luis porque no puede tener a doña Inés.

El tratamiento de Zorrilla de la historia es un re pensamiento romántico, una interpretación no basada en los conceptos de pecado y culpa sino en la naturaleza dual, o multifacética, de los seres humanos, que contienen dentro de sí mismos tanto el bien como el mal. Don Juan hace la elección, inesperadamente, y quizás poco realista, de abandonar su estilo de vida de seducción y crimen cuando se encuentra con doña Inés. Tanto sus defectos como las mejores cualidades que tiene en él lo llevan a esto, y la tragedia resultante de matar a Gonzalo y Luis tiene el efecto de destruir y salvar a don Juan. De esta manera, Don Juan Tenorio es una típica yuxtaposición romántica de opuestos, en la que se celebran las complejidades y cualidades inesperadas de la naturaleza humana.

El sector conservador vs. el sector ilustrado

La comedia El si de las niñas expresa el conflicto de la época entre el sector conservador y el ilustrado, a través de doña Irene y don Diego, que representan las ideas de estos grupos. En doña Irene se observa la religiosidad y los prejuicios de los conservadores. Además, se observa su carácter egoísta. Ella intenta que su hija se case con un hombre mucho mayor que ella para que la mantenga económicamente. Sobre todo, doña Irene suele usar la violencia psicológica y física cuando su hija se niega casarse con don Diego: “¿Conque es verdad lo que decía el señor, grandísima picarona? Te has de acordar de mí…que la he de matar” (83). Esta violencia hace que se sienta mal doña Francisca. Sin embargo, doña Irene defiende que hay que enseñar a los hijos a obedecer, y da por cierto su derecho a elegir ella misma la pareja de su hija sin contar con su interés.

En cambio, don Diego representa las ideas de la ilustración. En él se observa la razón y la justicia. Es razonador ya que reconoce su culpa en los conflictos creados, al intentar casarse con una niña que no le corresponde. En la escena final, don Diego se da cuenta que si se casa con don Francisca no van a ser ninguno de los dos felices, así que prefiere que ella se case con otro (y sea libre) a que se case con él y sea infeliz: “No temo ya la soledad terrible que amenazaba a mi vejez…Vosotros (Asiendo de las manos a doña Francisca y a don Carlos) seréis la delicia de mi corazón” (85). Don Diego tiene unas grandes ideas ilustradas y enlaza la libertad con la felicidad, por lo que renuncia a casarse con Francisca.

Las presunciones falsas de los hombres sobre el papel de las mujeres

En su poema “Hombres necios que acusáis”, Sor Juana describe cómo los hombres tienen expectativas contradictorias de las mujeres. Como el título sugiere, el poema está dirigido directamente a los hombres y recalca sus errores. En la primera estrofa, Sor Juana dice que los hombres son necios porque culpan a las mujeres por las cosas de las que ellos son culpables. Ella procede a dar ejemplos de cómo los hombres ven a las mujeres y por qué las perspectivas de los hombres están a menudo equivocadas. En una metáfora particularmente fuerte en la sexta estrofa, Sor Juana pregunta cómo un hombre puede empañar un espejo y luego tener el valor de preguntar por qué no está claro: “¿Qué humor puede ser más raro / que el que falto de consejo, / él mismo empaña el espejo / y siente que no esté claro?”. Esta metáfora sugiere que los hombres culpan a las mujeres por lo que han hecho ellos mismos y repudian a ellas por sus propias faltas. Después, ella continua preguntar quién tiene más culpa, y la implicación es que los hombres deben asumir más de la responsabilidad. La declaración más clara de la actitud de Sor Juana Inés es en la decimoquinta estrofa cuando dice: “Pues ¿para qué os espantáis / de la culpa que tenéis? / Queredlas cual las hacéis / o hacedlas cual las buscáis”.

El patriarcado parece exactamente la palabra para explicar la continuidad de la existencia de una desigualdad generalizada. El momento de “#MeToo” de nuestra generación trajo esto en relieve: reveló a muchas feministas que, a pesar de todos esos años de trabajo duro, de apoyarse, de esperar hasta que la injusticia gradualmente se alejaba, de absorber e interiorizar el sexismo, o de construir carreras exitosas, la mujer todavía podría ser fijada a una cama, acorralada en una fiesta, o llamada con grosería por un hombre—todo simplemente por el cuerpo de la mujer y la mala interpretación de su intelecto. El poema de Sor Juana nos revela la inestabilidad y la hipocresía del patriarcado. Además, nos demuestra que las mujeres son plenamente conscientes de su explotación por el hombre.

La relación entre el amor, Diana y el título de la obra en El perro del hortelano

Al ver un breve clip de la producción de El perro del hortelano de CNTC, tenía mucha curiosidad por leer esta obra de Lope de Vega. Sólo leí los dos primeros actos (hay tres) y entendí alrededor del 80% de la obra. Sin embargo, leer esta obra me ayudó a entender el estilo de Lope y los temas renacentistas como el honor y el amor. En este foro de conversación, trato de resumir algunas de las características importantes sobre los personajes principales de los dos primeros actos.

El título de El perro del hortelano es en realidad una metáfora que se refiere a la protagonista femenina de la obra, Diana, la Condesa de Belflor. Las anotaciones en mi libro dicen que se lo deriva del proverbio “que ni come las berzas ni las deja comer” (pág. 134). Cuando Diana aparece en el primer acto, exhibe las características de una condesa rígida, enfadada y dominante desprovista de simpatía o calidez. El espectador pronto se entera de Diana ha rechazado inexplicablemente los avances de muchos hombres, se ha negado a casarse y, por lo tanto, ha puesto en peligro el noble patrimonio de Belflor. Diana es el personaje principal, por lo que el problema de su capacidad para funcionar en la sociedad como una entidad autónoma es el punto crucial de la obra.

El protagonista masculino Teodoro es menos interesante simplemente porque es el objeto de la historia de Diana en lugar del tema propio. Diana trata de manipular los acontecimientos a su favor en los dos primeros actos, haciendo señales pasivas para ganar el amor de Teodoro. Ella lo conoce desde hace años, pero nunca lo ha considerado a una luz amorosa debido a las diferencias en su estatus social. En un soneto en el primer acto, Diana le dice a su criada Marcela: “Mil veces he advertido en la belleza, / gracia y entendimiento de Teodoro, / que, a no ser desigual a mi decoro, / estimara su ingenio y gentileza. / Es el amor común naturaleza, / mas yo tengo mi honor por más tesoro; / que los respetos de quien soy adoro / y aun el pensarlo tengo por bajeza. / La envidia bien sé yo que ha de quedarme, / que, si la suelen dar bienes ajenos, / bien tengo de que pueda lamentarme, / porque quisiera yo que, por lo menos, / Teodoro fuera más, para igualarme, / o yo, para igualarle, fuera menos” (vv. 325-338). El conflicto de Diana aquí es entre el amor y el honor. En el lado del amor, encontramos “la belleza, / gracia y entendimiento de Teodoro” (vv. 325-326). El honor, por otro lado, es una cuestión de clase, etiqueta y respeto para Diana. Por lo tanto, ella decide no seguir adelante con esta idea en los tercetos que siguen.

En resumen, el primer acto establece un patrón de acontecimientos en el que Diana, oculta de su naturaleza interior por capas de expectativas sociales y culturales, comienza a experimentar el amor natural. Incapaz de expresarlo directamente, ella recurre a una serie de señales para transmitir sus motivos a Teodoro. El segundo acto, de muchas maneras, repita los acontecimientos del primer acto y los lleva a su conclusión. Diana, frustrada por los conflictos entre sus emociones interiores (expresadas en más sonetos) y su comportamiento exterior (expresado en sus acciones como “el perro del hortelano”), se enfurece tanto cuando Teodoro se refiera a ella como “el perro del hortelano”. Él le dice: “Dejárame con Marcela. / Mas viénele bien el cuento / del Perro del Hortelano. / No quiere, abrasada en celos, / que me case con Marcela” (vv. 2192-2196). Tan enojada, ella se rasca la cara de Teodoro y cubre su cuello de encaje con sangre, sólo para volver y quitarle el cuello—declarando “Para que esta sangre quiero” (v. 2341).

Rosaura: la mujer varonil

Para mí, una de las figuras más icónicas de La vida es sueño es Rosaura. Se define claramente como una mujer liberada, rompiendo el molde de la mayoría de las mujeres antes que ella. Esta interrupción de la tradición es evidente en sus numerosas demostraciones de valentía. Al principio, cuando se enfrenta a Segismundo y Clotaldo, Rosaura no muestra ningún miedo ante sus amenazas. Inmediatamente después de que Segismundo le declara que “la muerte te daré,” ella dice “Si has nacido / humano baste el postrarme / a tus pies para liberarme” (pág. 14). Mientras Segismundo está encerrado en su celda de la torre, sería fácil para ella intentar escapar. Sin embargo, ella se queda y apela valientemente a su humanidad: “Sólo diré que a esta parte / hoy el cielo me ha guiado / para haberme consolado, / si consuelo puede ser / del que es desdichado, ver / a otro que es más desdichado.” (pág. 18) Y, además, cuando Clotaldo le explica las consecuencias inevitables de esta violación de la propiedad, ella pone su espada, apelando a su piedad y misericordia: “Mi espada es ésta, que a ti / solamente ha de entregarse, / porque, al fin, de todos eres / el principal y no sabe / rendirse a menos valor” (pág. 24). Aquí ella acepta la realidad de su situación y se enfrenta valientemente al resultado como un soldado (masculino) honorable. Esta valentía contrasta con la típica imagen débil de las mujeres durante ese tiempo.

De manera similar, su retrato como soldado militante al final de la tercera jornada desafía a la típica mujer de la Edad de Oro. Ella se viste de forma militar y se prepara ir a la batalla para defender Segismundo: “¿Pues cómo cobarde estoy, / y ya a su lado no soy / un escándalo del mundo, / cuando ya tanta crueldad, / cierra sin orden ni ley?” (pág. 170). Esto enfatiza su ruptura de la feminidad en la primera escena, cuando se vistió como un viajero masculino para emprender su misión. Además de vestirse como soldado, la trama de Rosaura para recuperar el honor es extraordinariamente masculina. Al asumir el control de su propio destino y vengar su honor perdido, ella juega el papel del hombre.

La corelación de Segismundo y Dobby

Al leer el primer acto de La vida es Sueño, me sentí muy curioso por Segismundo y el objetivo de su personaje en la obra. No pude evitar pensar en Dobby de Harry Potter mientras leía los versos de Segismundo. Ambos personajes comparten muchas similitudes en términos de piedad, auto-aislamiento, y auto-desprecio.

Cuando nos encontramos con Dobby, el elfo en Harry Potter and the Chamber of Secrets, es descrito como una criatura lastimera, constantemente abusada por la familia a la que está obligada a servir. La mayor parte de su primer encuentro con Harry Potter se pasa tratando de hacerse daño a sí mismo porque la comunicación con Harry está prohibida. También a menudo se refiere a sí mismo como inútil y merecedor de castigo. Los elfos como Dobby encarnan esta idea del ciclo de la culpa y el auto-castigo, tanto que incluso su trabajo es parte del ciclo. El auto-castigo y el auto-aislamiento definitivamente van codo con codo cuando se piensa en Dobby y Segismundo.

Al igual que Dobby, Segismundo vive en el auto-aislamiento y odia todo sobre sí mismo. Esto es evidente desde el principio de la obra, cuando se presenta como “infelice” a Rosaura y Clarín: “¡Ay, mísero de mí, y ay, infelice!” (p. 4). También se refiere a sí mismo como un “monstruo humano” y dice “Soy un hombre de las fieras // y una fiera de los hombres” (p. 17). Además, como Dobby, Segismundo es una criatura lastimera. Podemos ver esto en la página 15, cuando Rosaura responde a su introducción, “Temor y piedad en mí // sus razones han causado.” Luego, en la página 19, descubrimos que Segismundo tiene un carcelero llamado Clotaldo. Esta idea de ser encarcelado y bajo la vigilancia se correlaciona con la sumisión de Dobby a sus dueños de esclavos, que al igual que Clotaldo, lo tratan miserablemente.

“Al salir de la cárcel” de Fray Luis de León: Mo Kilani

Me atrajeron inmediatamente los poemas de Fray Luis de León por su conexión con la Universidad de Salamanca, donde estudié el español el semestre pasado. Recuerdo visitar su monumento en el centro del Patio de Escuelas de la Universidad. Fue muy interesante ver su poderosa influencia en Salamanca, a pesar de que vivió hace muchos siglos. Se podía ver su nombre por todas partes de la ciudad. Por ejemplo, muchas calles, escuelas y cafeterías llevaban su nombre.

En esta entrada, me enfoqué en su poema “A la salida de la cárcel”. Este poema tiene dos estrofas compuestas por cinco versos, los cuales son de octosílabos con rima consonante. El contexto del poema pertenece al siglo XVI, después de permanecer el Fray Luis cuatro años en la cárcel. En la primera estrofa, él se describe su mismo como un hombre humilde, alguien inocente, que no tiene ningún problema: “Dichoso el humilde estado” (verso 3). En la segunda estrofa, habla de lo tranquila y maravillosa que sería la vida en el campo: “En el campo deleitoso” (verso 7). Las dos estrofas son básicamente una reacción de un hombre bueno que ha sido encarcelado injustamente, y que tras su puesta en la libertad sólo desea vivir sencillamente atento a Dios. Así, se puede separar las dos estrofas en dos bloques de significado- negativo y positivo.

La metáfora en los versos 1-2 nos ayuda a entender que él fue encarcelado debido a sus compañeros envidiosos: “Aquí la envidia y la mentira // me tuvieron encerrado.” Está tratando de comunicar a sus lectores que incluso los frailes, los cuales son de alto estatus, también podrían tener defectos tan grandes como envidia. Estas dos primeras líneas también personifican las nociones de envidia y mentira que lo han encarcelado.

Al final del poema, podemos ver el equilibrio y armonía que el Fray Luis busca con Dios en el campo. Como entendimos esta semana, la armonía es una característica distinta de la literatura del renacimiento. El Fray Luis quiere que su vida pasa tranquila sin envió, y utilizó una aliteración para decir esto: “Ni envidiado ni envidioso” (verso 10).

^ Tomé este foto de su monumento el semestre pasado

“El romance de Abenámar” Mo Kilani

“El romance de Abenámar” es un poema escrito en el siglo XV, que se trata de los hombres de la frontera granadina y su inquisición de los territorios moros. En este poema, hay un diálogo entre el rey católico Juan II de Castilla y Abenámar, el gobernante árabe de Granada. El tema central de este romance es el interés del rey por el reino de Granada que pretende hacer suyo.

El romance se inicia in medias res, que es una técnica literaria en que la narración comienza en plena acción. Pienso que se inicia de esta manera porque no hay una introducción ni una situación en el tiempo y en el espacio. Esta técnica literaria me obliga a mí, el lector, a hacerme preguntas como: ¿Quiénes son los personajes? ¿En que momento de la historia nos encontramos? ¿Cuáles son los hechos que han sucedido? Gracias al documento de contexto, entendí que este romance tiene lugar durante el clímax de la reconquista de la península ibérica.

Podemos dividir este romance en dos partes, que corresponden a los diálogos que sostiene el rey. La primera parte consiste en el diálogo entre Juan II y Abenámar (versos 1-36). El rey comienza el diálogo alabando a la nobleza de Abenámar. Aunque fue escrito por castellanos, el romance retrata a los moros favorablemente y es empático con la lucha del reino moro por permanecer independiente. Sin embargo, es evidente que el rey empieza a manifestar su deseo de poseer la ciudad en esta primera parte. La segunda parte, en cambio, consiste de un diálogo fantástico entre Juan II y la ciudad de Granada, “Si tu quisieses, Granada…muy grande bien me quería” (versos 39-46). Aquí, Granada aparece personificada y convertida metafóricamente en una mujer que rechaza la propuesta de “matrimonio” que le hace el rey. Me encanta la personificación del final porque añade un elemento de ficción a la realidad violenta de las batallas durante la inquisición.