El existencialismo de Unamuno

Me interesó mucho la agonía existencialista que expresa Miguel de Unamuno en su poema A mi buitre. Nos relata una historia parecido a la de Prometeo, con los buitres devorando sus entrañas. Según este mito griego, el hombre que ha robado el fuego de los dioses para darlo a los ser humanos se ve castigado por Zeus, en la forma de un águila que tuvo el objetivo de comer el hígado de Prometeo. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecer cada noche y el águila regresó a comerlo una y otra vez – así sufre un castigo eterno. La alusión de Unamuno a este mito es bastante clara aquí, pero se refiere, creo, a la agonía del existencialismo. El año pasado leí la novela San Manuel Bueno, Mártir por Unamuno, que se trata de un cura adorado que predica apasionadamente la Biblia, pero en realidad no cree en Dios. Habla de “la cruz del nacimiento” – quiere decir, la inevitabilidad de la muerte con la que tiene que lidiar. “Cruz” en este contexto tiene un significado religioso – Jesucristo tuvo que llevar una cruz y luego fue crucificado, así es un emblema del cristianismo – pero también se lo puede entender como suplicio, tortura. El nacer con la necesidad de entonces morir puede ser una cruz, porque es muy difícil de aceptar. Aquí en este poema creo que Unamuno insinúa algo parecido – ya que el buitre desaparece algún día, “el día en que le toque el postrer sorbo” (5), es probable que este momento es la muerte, y los buitres los pensamientos y dudas existencialistas que devoran al hombre hasta entonces. La repetición de este castigo se debe a la tendencia humana inamovible de buscar respuestas racionales en la vida – es por esta tendencia lógica que San Manuel no puede vivir en paz y en fe. Quiere someterse a la fe, pero la duda merma la fe continuamente, resultando en esta agonía ineludible. Hay un conflicto fundamental en estas formas de pensar fundamentales, por eso su lucha es “atroz” y “nunca se le apaga”.