Jorge Manrique escribió una elegía sobre su padre Rodrigo Manrique. Durante esta época, el poema sobre la “inevitabilidad de la muerte” (1) fueron común a través de la epidemia de la Peste Negra. La empieza de “Coplas por la muerte de su padre” tiene un tono de lamento del muerte de su padre. Manrique se recuerda a los lectores “cómo se pasa la vida” (3), y cómo “a nuestro parecer/cualquiera tiempo pasado/fue mejor” (10-12). En la segunda estrofa, el enfatiza la breve naturaleza de la vida, diciendo “todo ha de pasar por tal manera” (22-23). A partir de aquí Manrique habla sobre como todo el mundo se mueran, y que en la muerte somos “iguales” (33).
Manrique en el final de las coplas demuestran cuán religioso y dedicado a su fe fue. El dice que nosotros salimos de nuestro mundo “para el otro” (49), donde finalmente nosotros “descansamos” (49). Manrique repite en múltiples de estrofas la idea de nuestro mudando preoccupacions no les importan, diciendo en una “la hermosura/la gentil frescura y tez/ de la cara…todo se torna graveza” (84-86, 93). Sin embargo, no dice que los mundanos logros de su padre no les importan. De lo contrario, el alardea que su padre es “tanto famoso/y tan valiente…no cumple que los alabe…pues que el mundo todo sabe cuáles fueron” (292-292, 295, 298-299). Al final “El Muerto” dice que su padre ha reclamado “tanta sangre derramasteis/de paganos”, y entonces mereces la vida eternal. Esta idea de los héroes merecen la vida eterna a la misma nivel de “los buenos religiosos” es un valor de la época. Manrique no intenta a representar su padre como un hombre pacifico y generoso, porque el fue primero un soldado y la vida de soldado fue tan respectable, o mas, que una vida tranquila, mostrado por la lituratura popular que siempre tiene un heroe.