Jornada tercera de El médico de su honra: el equilibrio “cuerpo-mente”, la mujer, y la universalidad de Calderón de la Barca

“Médico soy de mi honor,/ la vida pretendo darle/ con una sangría, que todos/ curan a costa de sangre” (l. 2630)- Don Gutierre

Coquín habla sobre una enfermedad que se llama hipocondía: “hame dado tan grande hipocondría” (l. 2420) para burlarse de la melancolía severa como una enfermedad puramente de la imaginación. Es interesante ver como habían opiniones disonantes sobre la salud en este momento; toda de la salud corporal/mental es especulativa y conectada. Además, Doña Mencía se desmaya cuando Don Gutierre descubre el papel que ella había escribiendo para Don Enrique. Las enfermedades de la mujer en esta época son muy interesantes porque parecen involucrar enfermedades mentales más que nada. En este caso, la opresión de la voz de Mencía, de explicar la realidad y angustia que ella se siente, manifiesta corporalmente cuando ella desmaya. Una disrupción o desequilibrio de los humores galénicos en la mujer, o en cualquiera persona, se causa algunos problemas en la salud que manifiesta física o mentalmente.

Mientras que Don Gutierre expresa su amor eternal para Dona Mencía: “Mencía la mujer que yo he querido” (l. 2473), la falta de comunicación entre ellos es trágica. En lugar de tratar de hablar con ella sobre la situación, él actúa con rabia y impulso. La voz de la mujer automáticamente está silenciada. Es más, después de leyendo la letra amenazante de Gutierre, ella no tiene nada para escuchar su incredulidad y temor: “nadie en casa me escucha” (l. 2500). Como un contraste, Enrique “salió de Sevilla” (l. 2508), sin ninguna repercusión y Coquín habla sobre la situación de manera parcial: “Yo, enternecido de ver/ una infelice mujer/ perseguida de su estrella” (l. 2760). La manera en que Coquín habla de la mujer, como es una situación simplemente desafortunada y Don Gutierre solo tuvo un malentendiendo, “mal informado” (l. 2737). Por eso, para Gutierre es fácil justificar como hombre la protección de su honor: “Esta es una honrada acción/ de hombre bien nacido” (l. 2727), pero Mencía no tiene esta oportunidad defender su propia honor en la cara de la suposición de adulterio. En realidad, ella no necesariamente quiere ser amante de Enrique pero sus acciones son malinterpretadas por Don Gutierre. Por lo tanto, esta jornada parece iluminar la mujer desechable: Leonor es la próxima mujer y Mencía está reemplazada después de su muerte. Esta obra es diferente porque termina en solamente una boda, y no es una boda respectivamente feliz. Parece como Gutierre está amenazando a ella en el final sobre cómo él ya había sido su médico de su honor una vez matando su esposa y tiene capaz de hacerlo alguna vez más.

Calderón de la Barca capta a una audiencia variada con los personajes también mezclados como: la voz de la esposa silenciada, matrimonios adúlteros, malentendidos entre los esposos, restauración del honra, el gracioso, y los miembros de la clase alta/noble. Para relatar esta obra con el artículo de Ayad Akhtar, que dice que: “The act of gathering to witness the myths of our alleged origins enacted—this is the root of the theater’s timeless magic”, los temas del honor y la opresión de la voz femenina, sistémica en nuestra sociedad, pasado y presente, son todavía saliente. Aunque El medico de su honra no es una obra presentada con frecuencia, el acto de leerla ilumina las mismas temas que todavía son relevantes en la sociedad hoy en día. A la misma vez, Akhtar argumenta que hay un fenómeno de la pérdida del colectiva pasando en este momento, y por eso, es aún más importante continúa analizando el impacto de las obras del teatro históricamente, en este caso durante el Renacimiento en España o en América Latina para escritores como Sor Juana Inés de la Cruz.

Akhtar, Ayad. “An Antidote to Digital Dehumanization? Live Theater.” The New York Times, The New York Times, 29 Dec. 2017, www.nytimes.com/2017/12/29/theater/ayad-akhtar-steinberg-award-digital-dehumanization-live-theater.html?smid=fb-share.