Jerónima: la profesionalización de la medicina y la educación de la mujer

La dicotomía de las pasiones de Jerónima, específicamente su pasión genuina en la medicina y la pasión del amor por Gaspar, el amigo del hermano de Jerónima (Gonzalo), presenta el fenómeno de la profesionalización y educación de la mujer. La sociedad se cuestiona a Jerónima “¿por qué ha de estudiar medicina una mujer?” (v. 141), repetidamente, a través de las expectativas femeninas tradicionales y las normas sociales, pero la voz de Quiteria en esta cita y la voz de la mujer varonil de Jerónima contraste de una manera prominente. Esta contraste ilustra el crecimiento de la disonancia social con la posición oprimida de la mujer, si no entre los hombres, entonces entre las mujeres en la búsqueda de perseguir la pasión intelectual. Por ejemplo, en el caso de Jerónima, este perseguimiento de la intelectualidad manifiesta en su curiosidad: “Causó en mí este sentimiento una curiosa impaciencia y deseo de inquirir” (v. 857). Además, ella no ignora el deseo de inquirir como muchas otras mujeres; “yo sigo el norte de mi inclinación” (v. 97), y habla de las expectativas de la mujer en la sociedad, aún más, cuestionando “¿siempre han de estar las mujeres sin pasar la raya estrecha de la aguja y la almohadilla?” (v. 100-103). Ella afirma su pasión de la medicina sin ninguna preocupación con las normas sociales.

Fue aceptable en este tiempo para la mujer de ser una matrona (midwife) pero típicamente el hombre recibe la educación necesaria para practicar la medicina. Las expectativa tradicional fue que la mujer debió tener el conocimiento sobre los remedios de la casa, especialmente con recetas y remedios más holísticos involucrando hierbas y especias. Específicamente durante el Renacimiento, la expectativa doméstica de la mujer limita su movimiento afuera de la casa pero, a la misma vez, da la mujer mucha autoridad en el mantenimiento básico del bienestar y la salud familiar.

La segunda pasión de Jerónima, para Gaspar, celebra su estatus como mujer siguiendo las normas tradicionales de la mujer, con el “ABC de celos” (v. 877) y la posición frágil e incurable del amor: “En accidentes de amor no cura bien el dotor que no cura para sí” (v. 322-325). Aunque ella es una mujer independiente, varonil, con la fuerza de la intelectualidad, Tirso de Molina mantiene la estructura social con el amor, sin esperanza y casi irracional, de ella. Es esclarecedor de leer sobre las acciones de una mujer fuerte que parece cómoda en subvirtiendo las normas tradicionales. Al mismo tiempo, Tirso de Molina no puede representar una mujer tan fuerte sin algunas características femeninas y presenta a Jerónima con la capaz de ser tan controlada por el amor y el matrimonio como cualquiera otra mujer, por ejemplo, Quiteria.