Los papeles diferentes de Dios en la vida

La poesía de Santa Teresa de Ávila presenta una perspectiva interesante a las ideas de la vida y la muerte.  En la pequeña biografía de la autora, dice que ella era una monja carmelita quien escapó de su casa a la iglesia, más especifica, a un convento.  Ella dedicó todo de su vida a Dios, pero parece que ella no le gustaba la vida.  En su poema Letrilla, ella muestra su dedicación a Dios.  A ella, Dios es todo y una vida con Dios es completo; dice, “quien a Dios tiene, nada le falta” (líneas 6-7).  Es interesante porque en este poema, parece que no hay nada en el mundo que la fe en Dios no puede superar.  Aquí, hay creencia profundo en el poder de Dios; es un poema inspirador a la gente religiosa. En contrasta, su poema Vivo sin vivir en mí, es mucho más oscuro y sin esperanza.  Ella repite la línea “que muero porque no muero” en el final de cada estrofa que significa cada momento ella está muriendo porque está viva.  Expresa la idea que no hay una vida real hasta la muerte.  Dice “aquella vida de arriba es la vida verdadera” (líneas 45-46) que es similar a las ideas de Manrique en Coplas por la muerte de su padre.  Para los dos ejemplos, la vida es simplemente un camino a la muerte; no tiene su propia significa sino es una etapa antes de la muerte.  Vivo sin vivir en mí es algo muy pesimista; es verdad que, en catolicismo, hay un gran cielo con Dios después de la vida.  Pero, también reconoce que la vida es importante también.  Es probable que Ávila lo escribiera este poema durante su tiempo “cerca de morir” en que no había mucho más que la idea que ella estaría con Dios.  Aún, para mí, parece raro tener un poema tan pesimista sobre la vida con la religión cuando la religión era un factor muy central de la vida de toda la gente.