Don Juan y James Bond: una estructura del drama semejante

Hubo dos pensamientos nuevos en mi cabeza cuando leí el segundo acto del Burlador de Sevilla. Uno es el movimiento #metoo y el ambiente sociopolítico que parece permitir finalmente que las voces hablen contra el asalto sexual y la violencia doméstica. El segundo es una cita de mi otra clase, que describió la hipocresía de los Estados Unidos en la década de 1950, cuando condenaron el genocidio de los judíos en Europa pero continuaron reprimiendo a los afroamericanos y popularizaron películas “occidentales” sobre el exterminio de los americanos nativos. En este contexto, comencé a pensar del papel de Don Juan en nuestra cultura americana: encontré a James Bond.

La estructura del drama del Burlador de Sevilla parece claramente en este acto; Don Juan aprende de una mujer, notable por su estatus social, belleza o posición de inaccesibilidad, y la convierte en su objetivo. Hasta aquí, ha elegido a la Duquesa Isabela, la pescadora independiente Tisbea, la ‘pura’ Doña Ana enamorada de otro hombre y ya prometida para un matrimonio diferente, y (tal vez) la recién casada Aminta de la clase baja- todas representan una forma diferente de la conquista. Él desprecia las reglas, hace múltiples promesas falsas sobre su lealtad y amor hacia una mujer, y a menudo oculta su verdadera identidad y pretende ser otra persona (en los casos de Isabela y Ana). Luego escapa y no siente remordimiento- por la violación, el abandono, ni el asesino de Don Gonzalo!

En esencia la trama de la obra es un hombre atractivo y suave con muchos recursos seduce a las mujeres, rompe las reglas y deja atrás la destrucción- este el lo mismo de las películas James Bond. Aunque es el mismo tropo, nosotros como lectores (así como los personajes de Don Pedro, Don Diego y Catalinón) reconocemos que el comportamiento de Don Juan es inmoral y hablamos en contra de él. Pero tal vez las acciones de James Bond no parecen problemáticas porque él está trabajando por un “bien mayor” y cada mujer parece feliz de tenerlo por una noche. Es sólo mi observación que este podría ser un ejemplo de un caso donde condenamos cosas patriarcales, machistas, y desiguales en otros, pero las ignoramos en nuestra propia cultura hasta que se vuelva imposible ignorarlas, como ahora con el movimiento #metoo.