La apariencia vs. la realidad en la primera jornada de La dama duende

El tema de dualidad entre la apariencia y la realidad parece muy saliente en esta jornada. Este tema manifiesta en dos maneras: una manera en la independencia y las características tanto varoniles como misteriosas de Angela (la dama duende) y otra manera en la paradoja explícita entre la realidad y la apariencia presentada por Cosme, en la escena con la letra de Angela y la violación de la habitación de Don Manual.

Doña Angela expresa su exasperación con su situación encerrada, atrapada adentro de la casa de sus hermanos, a Isabel: “Que yo/entre dos paredes muera” (v. 380). Esta cita ilumina la dualidad de existencia de Angela, que la edición de Jesús Pérez Magallón compara con <<un vivo cadáver>> (La vida es sueño, v. 94), aún más exagerando el tema de Calderón de la Barca sobre la posición del humano. A pesar de su ubicación incesante en la casa, Angela todavía encuentra la libertad en su excursión a fuera de la casa cuando don Luis casi descubre a ella: “miré si la conocía y no pude, porque ella se puso más en taparse, en esconderse y guardarse” (v. 488-491). Esta excursión es riesgosa, pero Angela protege su misterio con incredulidad: “¡Mire la mala mujer en qué ocasión te había puesto! Que hay mujeres tramoyeras!” (v. 515).

Doña Angela también presenta sus calidades varoniles cuando manipula a Don Manual y Cosme en la escena en que ella escribe una carta y Isabel roba el dinero de Cosme. Cosme cuestiona qué pasa con declaraciones de la existencia de fantasmas. Como una respuesta, Don Juan, Don Manual y Don Luis aseguran que Cosme está muy loco y no dan las preocupaciones de Cosme con respeto, de una manera 1) comparable con el cuento de “the boy who cried Wolf” y 2) muy característica del tratamiento del gracioso. Al mismo tiempo, cuando Cosme revela la carta de la mujer (Doña Angela), crea una situación en que Don Manual necesita defender su percepción de la realidad a Cosme que piensa que hay algo sobrenatural pasando en la habitación. Alguna vez más, la audiencia puede aprecia la dualidad entre la apariencia y la realidad como en otras obras de Calderón de la Barca, por ejemplo en La vida es sueño.