La juventud y “Carpe Diem”

El soneto XXIII por Garcilaso de la Vega es dirigido a una mujer con quien el orador está enamorado. La primera parte del poema describe su belleza, mientras que la última parte tiene un mensaje de “Carpe Diem,” que era popular en el arte renacentista del siglo XVI.

Los dos primeros cuartetos describen la belleza de la mujer. Una metáfora compara la rosa y la azucena a la cara de la mujer, enfatizando su piel blanco con un rubor joven y saludable. Entonces, el orador dice que los ojos de la mujer “enciende al corazón y lo refrena” (4). Este verso es una paradoja porque la incitación a la pasión y la moderación son fuerzas opuestas. De esta manera, este verso muestra que el amor puede causar muchas variadas emociones. Una metáfora compara el pelo de la mujer al oro, brillando alrededor de su cuello blanco. Otra vez, el poema enfatiza los estándares de la belleza de la blancura y la pureza de la época.

Los dos últimos tercetos enfocan en la fugacidad de la juventud. El orador insta a su amante coger “el dulce fruto, antes que el tiempo airado/cubra de nieve la hermosa cumbre” (10-11). En otras palabras, el orador aconseja que su amante disfrute de su juventud, “el dulce fruto,” antes de envejecimiento, “la nieve.” Verso 12 dice “Marchitará la rosa el viento helado.” Esta metáfora compara la rosa a la juventud y el viento helado al envejecimiento. Por consiguiente, es inevitable que el envejecimiento “marchitará” la juventud. Es un proceso de cambio natural, enfatizado por las comparaciones a la natura. El orador dice que nada puede cambiar la edad. El orador reconoce la belleza de la juventud, pero sabe que es fugaz. Por eso, el mensaje de “Carpe Diem” es importante al poema. Implica una actitud de aprovechar de la vida, disfrutarla antes de la muerte inevitable.