Manifestaciones del Dios

Un tema que parece muy interesante es la personificación del Dios a dentro de los autores en espíritu, pero en contacto física también. Esta manifestación representa una transición afuera de religión tradicional a un dios quien puede ocupar más espacios en la vida, incluye encima de una persona. En “Vivo sin vivir en mi”, Teresa Sánchez de Avila dice que, “causa en mi tal pasión ver a Dios mi prisionero…” y “quiero muriendo alcanzarle.”  Estas dos frases sugieren la presencia física del Dios quien puede crecer en una humana y solamente puede encontrar con la presencia de la muerte. La liberación de una persona por la muerte es porque va a estar más cerca de Dios, y esta idea mitiga la importancia de la vida humano y de las posesiones. En esta manera, hay una idealización de la vida eterna en contraste de la vida mortal con un énfasis en vanidad y riqueza.  Como otros poemas que leímos, pienso que este poema es casi una crítica de la vanidad y también un poema que da poder al individuo y su relación íntima con Dios.

El tema del Dios como un amante en una sensación más personal y intima, no solamente espiritual, aparece otra vez en “Noche oscura del alma” de San Juan de la Cruz. En este poema, él está solo y “no yo miraba cosa/ sin otra luz y guía/ sino la que en el corazón árida” Con esta frase, el autor sugiere que él está solo, pero por el fin, el no está solo, pero está en la presencia del Dios. Otra vez, Dios ocupa un espacio específico a dentro de su cuerpo que crea una “amada en el amado transformada” que asume una forma física de una amante cuando dice, “Quedame y olvídeme/ el rostro recline sobre el amado…” Esta conexión entre un humano y Dios crea una imagen del dios como una persona, un amante, quien puede salvar individuos y quien puede crea pasión encima de una persona.  De este modo, la relación entre un individuo y Dios ocupa una espacio en una persona y puede crear sensaciones emocionales, fuertes, y en este ejemplo, deseables.