Yuxtaposición en “El prisionero”

El poema “El prisionero” empieza con una descripción típica de los poemas románticos.  Empieza describiendo el escenario de la primavera.  Tomando lugar en mayo, el poema tiene todas las características bellas de la temporada, incluyendo los cantos de la calandria y el ruiseñor.  Imágenes como “los campos de flor” (4) evocan sentidos visuales y olfatorios.  Los únicos habitantes en esta escena bella son “los enamorados” (7), quienes completan esta descripción típica de la primavera.  Pero, estas imágenes alegres solamente sirven para enfatizar la situación desesperado del narrador.

La experiencia del narrador está totalmente en contraste a la imagen anterior.  El prisionero no tiene acceso a estas maravillas de la naturaleza y primavera, pero sabe que existen, y los extraña.  El único elemento natural que experiencia es la avecilla que le “cantaba al albor” (14).  Pero, no quiere mantener a su única conexión con la naturaleza y el mundo afuera de su prisión, diciendo “Matómela un ballestro; déle Dios mal galardón” (15-16).  En vez de preservar su conexión con la naturaleza, quiere que un acto de violencia le corte su conexión con el mundo de afuera.  Aunque verdaderamente quiere que su pájaro muere, también sabe que será un acto malo, un pecado que va a recibir un castigo de Dios.  No puede pasar su tiempo en prisión en paz porque siempre un recuerdo de la vida que hubiera podido tenido a través del pájaro que le canta.

La primera mitad del poema establece un escenario alegre.  Pero este momento que disfruta en el crecimiento y amor de la primavera solamente sirve para ser un contraste con la experiencia del prisionero y su desesperación por vivir en un cuarto sin sensaciones del mundo de afuera.  Aunque claramente extraña e idealiza la vida de los jóvenes en la primavera, ya no quiere tener este recuerdo del mundo de afuera que le causa tanto daño interno.