La adoración del vino

Ibn Quzman rinde homenaje al vino en su zéjel. El orador se describe como un hombre licencioso y inmoral quien vive en vicio y exceso. El orador es la imagen clásica del pecado, pero él no trata su vicio como algo vergonzoso. De hecho, el poema honra la inmoralidad. El poeta repite la palabra “vino,” enfatizando su importancia en el placer de la vida. El poema es como una oda al vino. El orador expresa su amor al vino en hipérbole. Por ejemplo, dice “mi supervivencia sin un traguito/sería la muerte cierta.” Este tipo de exageración sirve para destacar la posición inmoral del poeta. El orador incluso dice que quiere ser enterrado en un viñedo. Después de su muerte, el orador espera que sus amigos “perseveren en la inmoralidad.” Por consiguiente, el orador es orgulloso hasta el punto de que quiere recordarse por sus vicios. El orador no se preocupa sobre su estatus como pecador en la muerte. De esta manera, el poema representa un rechazo de todo que es considerado sagrado. Es un rechazo de los valores típicamente asociados con el cristianismo. En lugar de poner importancia en vivir una vida virtuosa (para obtener una vida de ultratumba buena), el poema pone importancia en disfrutar la vida en el presente.