Estoy interesada particularmente en “Coplas por la muerte de su padre,” escrito por Jorge Manrique. Específicamente, estaba interesada en la manera en que el autor describe la muerte y como su elogio para su padre puede ser aplicado para toda la gente en el mundo – es fácil relacionarse con el dolor y el sentimiento de recuerdo que describe tan elocuentemente.
Primero, quiero empezar con el contraste en el lenguaje que Mendoza usa para resaltar los sentimientos de la sorpresa y la crudeza de la muerte: en las primeras doce líneas, usa palabras como “se pasa la vida, cómo se viene la muerte,” o “…se va el placer…da dolor,” o “cualquiera tiempo pasado fue mejor.” Mediante el uso de los opuestos, Manrique demuestra la franqueza y la austeridad de la muerte, y cómo la afecta a los amigos y la familia.
Después, Manrique describe la transición de la vida a través de la metáfora de un viaje; usa palabras como “el camino,” o “para andar esta jornada,” o “partimos como nacemos,” y “así que cuando morimos, descansamos” (líneas 48-60). Para mí, esta metáfora me dio un tipo de consuelo, porque demuestra el hecho de que la muerte es natural y una parte inevitable de la vida. Sin embargo, también yo noté una transición en el sentimiento a través del poema: parece como si el autor se convierte de discutir el viaje de la vida a la muerte, a describir la trivialidad y inutilidad de la vida. Parece resentir el envejecimiento en las líneas 72-95, a través de la descripción de la insensatez de la lucha por las cosas que valoramos (línea 72-73), sólo para morir y perder todos los logros. También, él discute el infructuosidad de la belleza física y de la actividad, pues la vejez trae fealdad y la dificultad físicamente para hacer tanto. Usa palabras oscuras, como “al arrabal,” “graveza,” y “traidor” para ilustrar su resentimiento.
La parte que encontré más cautivador fue la “conversación” de Don Rodrigo con “la muerte,” en la que “la muerte” le da la bienvenida y esencialmente lo felicita por sus logros y su “recompensa,” que es descansar en paz. Para conectar de nuevo a mi punto anterior sobre el infructuosidad de la vida, Don Rodrigo responde, “No tengamos tiempo ya en esta vida mezquina…” (línea 444-445), que recalca con el hecho de que la gente durante este período parecía pensar en la muerte como una meta. En mi clase de historia, aprendo sobre Plato y leí el Phaedo, que describe la muerte de Socrates. Sócrates, un filósofo, dio la bienvenida a la muerte con los brazos abiertos porque lo veía como una forma de separar el cuerpo y el alma. Creía que el alma representaba la pureza y la razón, mientras que el cuerpo estaba lleno de vicios. La forma filosófica en que se escribió este poema, junto con la forma en que Manrique describe la muerte y la transición, me recordó a Socrates y a su búsqueda de la pureza, la razón y la sabiduría después de cumplir una larga vida.